Carlitos tenía un futuro prometedor. Era el hijo amado, el amigo querido, el estudiante dedicado, el trabajador responsable. Carlitos tenía planes, tenía sueños. Pero una noche de diciembre su vida se acabó absurda y brutalmente.


Por Karla Velezmoro
http://seccionquedan.blogspot.com/

Carlitos tenía un futuro prometedor. Era el hijo amado, el amigo querido, el estudiante dedicado, el trabajador responsable. Carlitos tenía planes, tenía sueños. Pero una noche de diciembre su vida se acabó absurda y brutalmente.


Por Karla Velezmoro
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Era el último día de clases. Carlitos casi no había dormido, se la pasó estudiando para rendir su examen final. Como todos los días emprendió el largo viaje hacia la universidad. Le llevaba por los menos dos horas el trayecto de su humilde casa en Chosica a San Marcos. Ya se había acostumbrado y solía aprovechar el viaje para estudiar o dormitar un poco.

Ese fatídico 18 de diciembre, Carlitos llegó a la universidad no solo con la preocupación de dar un buen examen sino, además, con la ilusión de celebrar con sus compañeros el fin de ciclo y así lo hizo. Se reunió con sus amigos y se tomó unos tragos. Y es que había motivos para festejar: le había ido bien en los exámenes, el ciclo se acababa y las fiestas de fin de año se acercaban.

Llegada las diez de la noche, algo picadito, enrumbó a su casa. Tomó como siempre la coaster que lo dejaba al pie del cerro en que vivía. Cansado, se quedó dormido sin presentir que emprendía su viaje final.

Carlitos sería encontrado casi hora y media después tirado en la carretera central a la altura de Chacrasana. Los bomberos lo trasladaron al único hospital de Chosica. Tendido en una camilla, Carlitos agonizaba y solo esperó a sus padres para expirar.

"Mi hijo murió en mis brazos. Yo lo tocaba, mi hijito tenía un hueco en la cabeza, estaba con el hombro casi desprendido, tenía el tobillo roto. Yo estaba como loco. no entendía lo que pasaba, no podía ni llorar, era como si mi corazón se hubiera vuelto duro. Hasta ahora no puedo llorar", recordaba Don Gabriel Meza, padre de José Carlos Meza Crispín, estudiante de tercer ciclo de la Facultad de Ciencias Matemáticas.

Don Gabriel y su familia creyeron que se trataba de un atropello, al menos esa fue la versión que le dio la policía de Chosica. Contra la ley natural de la vida, don Gabriel enterraba a su hijo de 19 años de edad, a su hijo querido, a ese ser que alegraba la casa con sus ocurrencias y sus bromas, a ese hijo que no dudaba en cachuelearse de mozo para apoyarlo económicamente.

"No sabe usted lo que significa que le arranquen a uno un hijo, ya joven, estudiando para ser profesional. Siempre le gustó las matemáticas, quería estudiar después Ingeniería. Me decía vas a ver papá que más adelante estaremos bien. Me decía yo voy ayudarte a sacar adelante a mi mamá y a mi hermanita. Vas a ver papá", continúa recordando don Gabriel, un vendedor de muebles del mercado de Chosica. Pero, así es el destino para algunos: inexplicable, incomprensible, injusto, cruel.

Cuandó aún la familia no se reponía del shock que significó la muerte de Carlitos, don Gabriel  se topó con la verdad: su hijo no había muerto atropellado, había sido asesinado. El padre de Carlitos encontró un anónimo por debajo de la puerta de su puesto en el mercado en el que se indicaba la placa de la coaster y los nombres de los asesinos.

Papel en mano, don Gabriel buscó ayuda en Chosica, pero nadie le hizo caso. Fue la División de Homicidios la que finalmente escuchó los clamores de justicia de don Gabriel. Llamaron a declarar al chofer quien terminó contándolo todo. Eduardo Bullón alias Payasito declaró a la policía que Carlitos se había quedado dormido y como ya no habían más pasajeros los cobradores Miguel Echevarría alias Miguelón y Carlos Ramos alias Caluchín decidieron robarle a Carlitos.

Sin embargo, ellos no contaron que el universitario opondría resistencia. Según refiere la policía, Carlitos aprisionó su mochila contra su cuerpo, se negaba a entregarla. Entonces estos seudos boleteros cogieron el fierro de cambiar llantas y lo golpearon en la cabeza, el hombro y la pierna. Ya inconsciente, los tipos no tuvieron reparos en lanzarlo a la carretera cuando aún la coaster estaba en movimiento.

Con esta confesión, la policía a través de la Fiscalía pidió al Poder Judicial, la captura de los tres involucrados, pero el juez de Lima inexplicablemente rechazó el pedido. Solo, luego que el caso fuera difundido en el programa Cuarto Poder, don Gabriel fue escuchado y el juez de Chosica ordenó la captura de los tres sospechosos.

A la fecha solo uno de los presuntos implicados está tras las rejas: Miguelón. Este sujeto, quien tiene antecedentes por robo en coasters, niega su participación. En tanto, los otros dos: Payasito y Caluchín no aparecen. La captura de Miguelón ha permitido también conocer públicamente lo que era un secreto a voces en Chosica: en las coasters que cubren las rutas Lima-Chosica se suele robar a los pasajeros que se quedan dormidos una vez que llegan al último paradero. Así lo confirmó el mismo Miguelón: "Cuando ven que algún pasajero se queda dormido o está borrachito, algunos aprovechan para robarles". Incluso, el sujeto se atrevió a dar los nombres de las empresas de transportes.

La familia de Carlitos aún exige justicia. Quieren ver en prisión a los autores del crimen de su hijo. No hay día que don Gabriel no recorra, con su andar cansado, los pasillos del Poder Judicial. Esa es por ahora su razón de vivir: alcanzar una justicia que parece serle aún muy esquiva.

Administrador de contenidos de Grupo Periodismo en Línea

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