Río Mishollo (IDL-Reporteros)

Todo indica que hubo descoordinación entre la patrulla y los colaboradores senderistas de la Policía que acompañaron las huestes del senderista Artemio y es que estos esperaron en vano la intervención de una patrulla de la División de Operaciones Especiales (Divinesp) que los apoyaría.

Según IDL-Reporteros el compartimentaje de la operación había sido tan estricto, que muy poca gente estaba enterada de la operación, mientras en Lima «hubo inteligencia electrónica en tiempo real» sobre lo que sucedía, la coordinación operativa en el campo no fue eficiente.

Una vez que terminó la balacera y el jefe senderista fue evacuado a ‘Mishollo’, la persecución policial demoró largas horas en iniciarse porque no había un plan alternativo.

El primer helicóptero en acudir a la zona fue un M1-17, más grande pero mucho menos ágil y maniobrable que los UH1H, que salieron bastante después.

No solo eso, el MI-17 salió desde Tingo María y no desde la cercana base de Santa Lucía, pues no había helicópteros en esta. Además, en el apuro y la improvisación, el Mi-17 salió con una patrulla incompleta desde Tingo María, que fue parcialmente reforzada en Santa Lucía, según fuentes creíbles.

Por eso, el Mi-17 llegó a la zona de Pizana- Santa Rosa de Mishollo pasadas las ocho de la mañana y ‘sembró’ contingentes policiales en las afueras del pueblo, mientras ‘Artemio’ y los senderistas que lo custodiaban y cargaban descendían hacia el río Mishollo y tomaban el bote para cruzarlo.

Entonces sucedió algo extraño: Al sobrevolar el área, la tripulación del Mi-17 avistó el bote cuando cruzaba el río con los senderistas.

Al acercarse, los senderistas que llevaban a ‘Artemio’ dispararon al helicóptero. El artillero de la nave contestó con fuego de ametralladora, que fue de advertencia y no con el propósito de hundir el bote o dar muerte a sus ocupantes.

¿Qué pasó? Parece que los tripulantes del helicóptero pensaron que los ocupantes del bote podían ser militares, ya que el uniforme de los senderistas del Huallaga es virtualmente indistinguible de el del Ejército, salvo la hoz y el martillo. Pese al fuego desde el bote, los pilotos no se atrevieron a barrerlo por temor de que fueran soldados.

Una vez que alcanzaron la otra orilla, ‘Artemio’ y sus seguidores se perdieron en el monte. Hasta ahora. Luego, llegaron los otros helicópteros, bajaron muchas más patrullas, pero cada hora transcurrida hacía y hace más difícil la ubicación de ‘Artemio’.

Eso no fue obstáculo para que la apacible base de Santa Lucía y lugares cercanos sufrieran la llegada en avalancha de jefes policiales, encabezados por Raúl Salazar, el notorio director general de la PNP, sin que nadie tuviera certeza en el nivel operativo sobre quién da las órdenes y cuál es la cadena de comando en las operaciones.

Para todo propósito práctico, ‘Artemio’ ha escapado la captura hasta el día de hoy, y todo indica que cada día que transcurre hace más lejana la posibilidad de encontrarlo en esta secuencia operativa. / IDL-Reporteros

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