Chapo Guzmán: TV recorre túnel por donde se fugó el narco

Las cámaras de TV ingresaron al túnel por donde escapó el narcotráficante mexicano Joaquín Archivaldo Guzmán Loera «El Chapo Guzmán». Como se recuerda ayer se difundió un video donde se observa al narco ingresar a un hueco desde los sanitarios de su celda hasta una construcción cercana.

El canal Univisión junto a otros periodistas tuvieron autorización de la Procuraduría de la República de México, no obstante se les adviertió: “El lugar puede ser muy riesgoso. Nosotros no asumiríamos la responsabilidad, se los quiero dejar muy claro. Fue hecho con un propósito y ese propósito ya se cumplió”.

El propósito era que por allí circulara una sola una persona a la vez, el narcotraficante mexicano Joaquín Guzmán Loera, y que con la hazaña, sumara argumentos a su leyenda de prófugo reincidente.
En lugar de mostrar imágenes sin edición del recorrido completo a través del túnel, las autoridades mexicanas han preferido dejar que los periodistas filmen y fotografíen por cuenta propia los 10 metros finales del trayecto que habría realizado El Chapo bajo tierra el sábado por la noche, desde su celda en el penal de máxima seguridad de El Altiplano hasta recobrar su libertad.

El tour de la prensa comienza en el cobertizo de ladrillo crudo que ocultaba la salida del túnel y que se levanta en el costado izquierdo de la casa que construyeron los cómplices de Guzmán, durante el último año, sobre una loma Santa Juana Centro, a poco más de un kilómetro de distancia de los linderos de la cárcel, en el municipio mexiquense de Almoloya de Juárez. La escena del crimen se mantiene intacta, dicen los policías federales y los fiscales encargados de custodiar el edificio, que igual van tocando la evidencia o cambiándola de sitio.

En esa especie de depósito hay dos cubetas y una carretilla con las que los cómplices de Guzmán transportaban la tierra que iban sacando del túnel. Hay tubos sobrantes de PVC marca Duralon de 110 milímetros, de los que fueron utilizados para armar el ducto de ventilación que corre a través del techo del túnel. También hay electrodos para soldadura, bidones de aceite para surtir la planta eléctrica de cuatro toneladas que daba luz al pasadizo, listones de madera, un esmeril profesional marca Bosh.

Tirados por el suelo del cobertizo y arrugados sobre una mesa, hay varios trozos de cartón amarillo utilizados por los peritos para marcar con números cada prueba y hacerle fotografías. Que eso ya no importa, dicen los policías, porque de todo tienen registro.

¿Y las decenas de colillas o tapas de coca-cola regadas por el piso? ¿Son éstas parte de la evidencia? ¿Fumaban tanto los sospechosos? “Nah, puede que sea de toda la gente que ha pasado por aquí estos días”, responde un funcionario.

El primer tramo del descenso es a través de un boquete rectangular, del que se apoya una escalera rústica de seis peldaños. Acaba en una cámara oscura, donde está una planta eléctrica de cuatro toneladas conectada a un tablero de suiches, un montículo de escombros, una colcha verde empantanada.

Allí espera un fiscal vestido con una braga blanca de papel resistente y armado de una lámpara con la que ilumina el boquete mayor: la bajada de siete metros por una escalera de vértigo adosada a la pared, que acaba por fin en el túnel.

Abajo se abre una cámara húmeda de un metro setenta de altura, donde -por propia experiencia- caben: el fiscal, una reportera extranjera con su camarógrafo, cinco fotógrafos locales y de agencias y quien escribe. En ese mismo espacio caben también un tanque verde de oxígeno, un bidón de unos diez galones y una torre de seis baterías de autómovil, apiladas en dos columnas.

Las paredes del túnel son de roca caliza, sólida, irregular al tacto, aparentemente tallada con un martillo mecánico, con clavos que sobresalen y pequeños hoyos en algunos tramos. El lugar huele a catacumba sin muertos.

La anchura del pasadizo se reduce en el espacio donde está la motocicleta en la que El Chapo se habría transportado hacia la salida y que, en lugar de rueda delantera, lleva al frente una carriola que se desplaza sobre dos rieles tubulares. El tanque, transparente, tiene todavía un combustible rosado.

Hasta donde la vista alcanza, el túnel describe una línea recta. Cada quien avanza encorvándose según su estatura, esquivando el tubo blanco de ventilación que corre por el lado izquierdo del techo y el cable grueso de electricidad conectado a la planta y extendido a todo lo largo. Puede inferirse que Guzmán, por ser chapo, no tendría inconveniente en caminar erguido.

“¡Estamos diciendo que es hasta la cubeta!”, regaña el fiscal, si alguno de los invitados avanza más allá del punto permitido, a unos 10 metros hacia el fondo.

Listas las tomas, las fotos y el stand de los reporteros de tele señalando cada cosa -esta es la moto, este es el tubo de ventilación, estos son los rieles-, toca volver a la superficie. Surgen las dudas: qué hay más allá del punto permitido, cómo es la trayectoria entera, cómo el o los ingenieros que la planearon pudieron superar los obstáculos que hay entre el punto de partida y el de llegada -el peso de tren de carga que pasa junto a la cerca del penal, los desniveles del terreno, la cañada que corre en medio.

¿Y usted? ¿Sí ha llegado hasta el final de esto? El fiscal se reserva los comentarios y contesta con una media sonrisa, antes de invitar al grupo a salir. / Univisión

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