No bien comienza el día y ya comienzo a recibir insistentes llamadas telefónicas de agentes de bancos que me ofrecen “maravillosas” pólizas de seguros, protección contra robo de identidad, fraudes y otras supuestos beneficios para vivir tranquilo sin temor a ser víctima de los asaltantes de información o de personas que buscan tus datos hasta en la basura. Pese a repetir hasta el cansancio que no deseo esas coberturas, las llamadas no paran y se repiten diariamente.
En esa situación dentro de mi ingenuidad, un día caí en la trampa y luego que una señorita me ofreciera enviarme información sobre un seguro de robo de identidad, haciendo hincapié en que sólo era información lo que iba recibir y que no me comprometía en nada, a los 15 días recibí una enorme carpeta con información de mi crédito, calificación, balance, etc. e incluso, ya me habían puesto un numero de membresía y un número pin, debiendo pagar casi 10 dólares mensuales por un servicio que no solicite.
Claro, logre cancelarlo a tiempo expresando mi molestia al respecto y solicite no me hagan en el futuro más llamadas, pero me respondieron que no dependía de ellos, por lo que tendré que seguir lidiando con el acoso mercantil.
De igual manera, diariamente mi buzón de casa colapsa de sobres con ofertas pre aprobadas de tarjetas de crédito (Capital One y Citibank entre las más comunes) que me ofrecen la tasa más baja o ninguna tasa por un año. (Claro, después del periodo de gracia te pasan la factura), mientras que de parte de la oficina de mi tarjeta personal de crédito me llegan adjunto suscripciones de revistas que no deseo, viajes que no he planificado y hasta sellos personales que no necesito para nada. (Juan Hidalgo – Desde Washington, especial para Periodismo en Línea)