Ysmael Tasayco
ysmaelito@hotmail.com
Pequeña:
Nadie en este planeta – ni siquiera yo, acostumbrado a causas perdidas – hubiera apostado a que esto pasaría. Llevo toda mi vida planeando con cuidado y sin mucho criterio tu llegada. No te enojes por lo que voy a contarte y es que, despistado como soy, debo reconocer que creí algunas veces haberte encontrado. Pero no. Ello no sucedió hasta hace unos días. Te imaginaba distinta, diferente, extraña. Pero (cosas del orinoco) eres más normal de lo que pensé. Y por si fuera poca sorpresa, estabas aquí nomás, a mi lado. Recontracerca baby, tan cerca que ahora casi puedo sentir tu respiración.
Duerme, acabas de decirme. Como siempre no te hago caso. Esta noche quiero escribirte. Pintar mariposas con palabras para ti. Quiero, con mi verso cursi y barato, inspirarte un poquito de amor. Que voltees a mirarme y me regales un “te quiero”. No hay peor gestión que la que no se hace. Vamos a ver que sale.
Empezaré aclarando cosas. Lamento decepcionar a quien te contó que soy gay. Al que te aseguró que quiero brincarme a tú sabes quien, y por supuesto al ingeniosito que te juro por todos los santos que junto a él serás feliz. Pamplinas
Esta noche quiero que sepas mi verdad. La verdad del compañero despistado y renegón. La realidad del profe coqueto y sentimentalón. La del periodista idiotizado por tus encantos. Es probable que fracase, pero después de leerme, te certifico que me conocerás un poco más y con ello, tengo la esperanza de que te enamores de mí.
A veces no puedo fingir la atracción que siento hacia ti. En cada conversación, cada beso, en cada tonta discusión. Pequeña, por si no te diste cuenta, en cada momento, estoy pidiendo tu atención. Pidiendo a gritos, que me digas que no es tarde para estar juntos. Para amarnos sin piedad. Para empezar, de una buena vez, a latear juntos por la vida. Como era de esperarse, nunca me miras como quisiera. Siento que me chequeas como a un hermanito travieso. Como la jefa que eres, o crees ser. No importa si no te gusto. En estos años, me he vuelto resistente a la frustración y aprendí a levantarme de la lona, una y mil veces. Por eso, en esta noche que quise escribirte cosas bonitas no pude. Ya sabes porqué ¿verdad? En algo nos parecemos: también tengo miedo. Tú me entiendes.
Puta madre, recuerdo muchos momentos tristes y jodidos. Justifico los miedos, y me chupo todito. Arrugo. Ya no quiero una nueva relación. Es tarde para eso. Tienes razón, soy muy tarado, gordo y viejo para tu gusto. Por favor, no creas en todo lo que dije. Es otra de mis bromas tontas. Ahora mismo al leerme seguramente estás abriendo esos ojazos que me encantan, preguntándote que fue. Ya no importa. No confío en mí, nada te obliga a que lo hagas tú. Me gustas mucho, y ahora lo sabes, con eso basta. Yo quisiera multiplicarme por cero. Al fin y al cabo en unas horas, eso que llaman destino nos separa. Te vas, pues.
Que te vaya bien, el miedo nos ganó esta vez y yo me arranco convencido que ahora sí encontré a la mujer de mi vida… pero he desistido; te dejaré ir. No cocinaré para ti. Nunca te regalaré mi impecable imitación de Shrek. No te tomaré de la mano para siempre. Si quieres seguiré siendo tu pimpollo. Tu amigo juguetón. Tu cómplice incondicional. Ahora la pelota está en tu cancha. Perdón por la cobardía.
Te quiero mucho, enana