El letrado señaló que Baltazar Ureta le confesó que la asesinada joven «hacia doble vida y siempre le pedía dinero». El día del crimen, relató Chinchay, le manifestó que «era el último día que estaba con ella».
«No había intencionalidad. En ese cuarto pernoctaron varias veces. Era la novena vez que ellos pensaban pernoctar, pero hubo esa discusión en que ella le manifestó que ya tenía otra persona y lo estaba dejando», manifestó.
Chinchay minimizó el horrendo crimen tras justificar la actitud de su defendido, pues «de cólera, emoción violenta le metió un golpe en la cara, ella cogió dos cuchillos con la intención de hincarlo, pero él se cuidó y en ese forcejeo el puñal se le hundió en el pecho».