El F-22 Raptor, un moderno avión cazabombardero invisible a los radares, está detrás de los bombardeos contra objetivos yihadistas en Siria.
El sofisticado avión arrojó bombas sobre Siria como parte de la campaña aérea contra los extremistas de Estado Islámico que controlan partes del territorio en ese país.
Se desconoce exactamente cuáles fueron los pormenores de la misión.
Pero seguramente fueron muchos los funcionarios en el Pentágono y en la industria de armamentos estadounidense que respiraron aliviados con la noticia del bautizo en combate del avión.
Pues luego de tres décadas de espera y casi US$70.000 millones en gastos, el controversial avión fue finalmente empleado en el objetivo para el que había sido ideado: eludir las defensas antiaéreas del enemigo sin ser detectado, atacar un objetivo y volver a salir ileso.
EInvisible al radar enemigo, era un arma crucial para mantener la superioridad militar sobre sus rivales más temidos, los avanzados aviones de combate de la Unión Soviética. Pero en 1991, cuando se firmó el primer contrato para la construcción del F-22, la amenaza soviética se había derrumbado.
No obstante, el Pentágono decidió seguir adelante con su desarrollo, pese al costo que llegó a la extraordinaria cifra de US$69.000 millones, o casi US$370 millones por cada uno de los 188 ejemplares de la aeronave que se construyeron.