Mario Rolando Alvarez le dijo a "El Diario" de NY que, ante una emergencia de salud que tuvo su padre, viajó al Perú el mes de febrero y que cuando regresó —a principios de julio— encontró que la cerradura de su puerta había sido cambiada.
Este ocupaba el apartamento 2-A en el edificio ubicado en el 137 de la avenida Larchmont, en el poblado del mismo nombre. Al no poder entrar por la puerta de su apartamento, Alvarez optó por utilizar la ventana. “Esto lo había hecho antes, cuando teníamos problemas con la llave”, sostuvo el peruano.
Agregó que a los dos días se presentó el dueño del edificio, a quien identificó como Jerome Spitzer, quien le preguntó qué hacía allí. “‘Aquí vivo’, le respondí y él enseguida me insultó gritándome ‘¡lárgate!’.
Alvarez dijo que fue el mismo casero quien tomó sus maletas —aún sin desempacar— y las arrojó por las escaleras. “También me destrozó una radio lanzándola hacia el primer piso”, aseveró.
Dijo también que al acudir a la estación de la Policía para presentar su queja, fue arrestado bajo cargos de invasión a la propiedad privada, por lo que tendrá que comparecer ante un juez el próximo 26 de agosto.
“Lo que ha hecho este señor es sacarme como a un delincuente y lo mismo puede estar pasando con muchos otros inquilinos”, acusó Alvarez. “No quiero que esto le pase a otras personas o familias”, agregó.
A su vez, reconoció que durante el tiempo de su ausencia había dejado a un amigo colombiano “para que me ayudara en la renta”. Dijo que, al comunicarse con él, le dijo que había llegado el dueño y lo había botado. Alvarez atribuye el repentino desalojo a un deseo del casero —G. Spitzer & Co.— de alquilar la vivienda “quizás al triple de lo que yo estaba pagando”.
Por su parte, Spitzer dijo —vía telefónica— que no tenía comentario sobre el caso. “Lo último que sé es que estuvo en prisión, fue arrestado por entrar a la fuerza al edificio”, dijo al ser preguntado por su ex inquilino. Al requerirle mayores detalles del caso, se limitó a decir: “Yo no hablo con la prensa” y colgó.