Este es un raro sueño, o mejor dicho pesadilla. Soñé que por esas jugadas del destino era el director de una radio de noticias. Una mediana y simpática estación de radio.

 

Este es un raro sueño, o mejor dicho pesadilla. Soñé que por esas jugadas del destino era el director de una radio de noticias. Una mediana y simpática estación de radio.

 

Ysmael Tasayco – Hojas en Blanco

Nada humilde, como reconozco ser, estaba en las nubes. Ni el proyecto político (a cargo de un tal M. Pérez) que había detrás, lograba empañar mi felicidad de periodista independiente.

No recuerdo bien los detalles, pero mis patrones serían unos tal Bardel, o algo así.  Como nunca he sido director de nada, decidí asesorarme. Rodearme de mis mejores amigos y colaboradores. Estrenar nueva pose. La de buen amigo y buen jefe… Todo resultaba más simple de lo que parece.
 
Raudo empecé a armar mi equipo y para eso, traje a lo que pude de las emisoras de la competencia. Armé un buen equipo. Hice un faenón. Lo único malo fue, que mis patrones, me pusieron al costado alguien para chequearme; alguien para mantenerme vigilado. Un perro bravo que siga mis movimientos. Me equivoqué, en lugar de perro bravo me mandaron una cachorra, pero igual de rabiosa.
 
Una noche de copas, una noche loca empecé a redactar (en mi blackberry de claro) lo que sería mi próximo reinado. Atrás quedaron mis días de reporterito o conductor, ahora yo mandaba. Era momento de una silenciosa venganza.

– Mordaza al que reclama: Mientras estén cobardemente calladitos, serán buenos trabajadores, y podrán mantener sus puestos. Hasta pueden ser promovidos como jefes de informaciones, pero con el mismo sueldo, claro.

– No toleramos críticas: aunque digan que son constructivas y por el bien de la empresa. Para mí, sólo son ganas de joder. Quien critica a la empresa o a su jefazo está sentenciado al exilio.

– Prohibidas las parejas: O mejor dicho se puede pero solapa. No importa que sean casados o solteros. O estén de novios. No importa. Si es caleta, no pasa nada. Dios y yo  perdonamos el pecado, pero no el escándalo.

– Despido en caso de solicitud de aumento de sueldo: Semejante muestra de mediocridad debe ser castigada con el despido. Nadie recuerda que el periodismo es vocación pura. Periodistas los de mi época. Acaso no les alcanza con novecientos mangazos?

– No importa cuán bueno seas: lo que importa es que estés dispuesto a darme el amén a todas mis órdenes. Deben respetar a quien quede a la cabeza mientras me voy merecidamente a relajar a Santa Martha o cuando me “enferme” por unos días.

– Política de apertura: a los subalternos hay que escucharlos. No importa si mienten con historias de maltrato o acoso. Yo creeré ciegamente en ellos, sin comprobar nada. No necesito probarlo. Vengan todos a contarme lo que pasa en los pasillos, que lo de chismosa callejonera no se me ha quitado.

Con esas directivas ya estaba todo dicho y resuelto. Con eso nada se me iba de las manos. Pero había que ser parecer buena gente. Les ofrecí el oro y el moro. A ver, ternos para que estén elegantísimos bajo los treinta y dos grados que soporta Lima. O mejor aún, se verán lindos viajando bien encorbatados en la 73, porque ni crean que tendrán unidades móviles.

Todas las mañanas pasen por su sol y chapen su combi. Así, tienen que hacerla.  Pobre de aquel que se queje por mandar despachos cogido del pasamanos del micro. Lo sancionamos, enviándolo a la madrugada. A ver si les gusta estar en el equipo de los ineptos.

Perfecto, ahora si quedó excelente mi área de prensa. Ahora solo tengo que armar mis otros bloques pensando en el sector D y E. Porque la masa nos interesa. Al final ellos son los votos a captar. Estoy pensando en Alberto Ku King y Zenaida Solis para el equipo, pero al instante oigo ruidos de serrucho, mejor no.

Fue en ese momento de éxtasis de poder que – balbuceante – desperté. Había mojado la almohada. Sudor o baba, no lo sé. Pero fue un despertar distinto. Casi feliz. Feliz porque, aunque sigo siendo el mismo reportero pichiruchi, al menos no me convertí en un director dictador.

Esa radio de mis sueños que maltrata a su personal, no existe. Ninguno de mis colegas recibe malos tratos; ni tiene que agachar la cabeza porque sino pierde el empleo. Eso es lo mejor… ahora liberado de ese mal sueño, y con la realidad frente a mis ojos,  me voy a escuchar las noticias, en Radio Programas, por supuesto.

 

 

(Este portal no necesariamente se solidariza con las publicaciones de nuestros columnistas)

Administrador de contenidos de Grupo Periodismo en Línea

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