Hoy, como casi todas las tardes, me trepé en una camioneta rural para que me llevase a mi destino. Una de esas unidades móviles que llaman combi; pero que en verdad, son como pequeños camiones transportando ganado. Hoy me subí a una que recorre – con el cobrador colgado del estribo- toda la avenida Arequipa.

Hoy, como casi todas las tardes, me trepé en una camioneta rural para que me llevase a mi destino. Una de esas unidades móviles que llaman combi; pero que en verdad, son como pequeños camiones transportando ganado. Hoy me subí a una que recorre – con el cobrador colgado del estribo- toda la avenida Arequipa.

Para parecer intelectual siempre llevo conmigo un libro, y aunque casi nunca leo, siempre lo llevo porque me hace parecer interesante. Al menos eso creo. Estaba dispuesto a abrirlo cuando unos gritos hicieron que automáticamente volteara a ver que sucedía. Era un tipo pelado que quería pagar una chinita (cincuenta céntimos) por unas cuadras. El cobrador, un tipo resinoso insistía en que debía pagarle la suma exacta – ni más, ni menos –  de un nuevo sol por llevarlo hasta el cruce las avenidas Cuba y Arequipa.

– Ya pe tío, no sea huevón, una luca es el pasaje.
– Son sólo unas cuadras, acabo de subir.
– Si no le gusta bájese pe’ varón.
– Baja en la esquina, INFELIZ.

Esa palabrita que uso el huevas tristes del pelado, me hizo pensar en las cosas que me hicieron feliz en una combi. Aunque son pocas, recordé algunas.

Cuando me tocó de compañera una agraciada muchacha con minifalda. Cuando me sonrió. Cuadras mas adelanté cuando me entregó en un papel su número de teléfono. También fui feliz al escuchar una canción que no oía hace mucho. Cuando moría de calor y subieron ofertando gaseosita helada a sol. Cuando, por fin, pude sacarme los mocos de la nariz. Cuando los hice una bolita y lo arrojé por la ventana. Cuando me gané que otra persona lo hacía.

Cuando el cobrador (que raro) estaba bien bañado y peinado. Cuando se olvidaron de cobrarme pasaje. Cuando me encontré un prepago nuevo y con fotos de una calata. Cuando una dama en aparente estado de excitación se frotaba con mi hombro. Fue divertido. Cuando no descubrieron que era yo, el del pedo. Cuando no subió nadie a quitarme el asiento porque estaba embarazada, vieja o sólo por ser mujer. Cuando me reconocían por trabajar en la tele, haciéndome menos aburrido el trayecto.

Fui muy feliz cuando te encontré con cara de yo no fui. Cuando me preguntaste donde queda Plaza Vea. Cuando te regalé mi libro. Cuando puse una dedicatoria, y de contrabando mi correo. Cuando me diste un sonoro beso al despedirte. Cuando me escribiste, aunque eso ya no tiene nada que ver con la combi.

Entre tanto recordar estos gratos momentos viajando en esto, ya me pase de paradero. Chesu. Para variar bajo y sube otro pelado, ojalá éste no se pelee y pague su sol, como todos. He de confesar que este viaje no fue muy feliz que digamos, ahora por escribir esto, debo caminar tres cuadras de regreso a mi destino. Baja en la esquina. 

 

Por Ysmael Tasayco Munayco

Ysmaelito@hotmail.com
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