Luis Iparraguirre

Luis IparraguirreDiez y treinta de la mañana. Cuales periodistas responsables nos encontramos frente a la puerta de los Bazalar. Algo risueño, algo asustado, algo “palteado”, Alonso nos recibe y nos invita a pasar. Por un momento nos invade la imagen de un típico adolescente introvertido. Poco confiado. Sin embargo, el muchacho lo tiene bien claro. Y es que resulta increíble la sobriedad que demuestra cuando le toca hablar de su futuro profesional, de su fugaz fama con la Sub 17 y del amor enorme hacia su fallecido hermano. La misma sobriedad que su padre ha demostrado en sus veintiún años de carrera dentro y fuera de las canchas.

Luis IparraguirreDiez y treinta de la mañana. Cuales periodistas responsables nos encontramos frente a la puerta de los Bazalar. Algo risueño, algo asustado, algo “palteado”, Alonso nos recibe y nos invita a pasar. Por un momento nos invade la imagen de un típico adolescente introvertido. Poco confiado. Sin embargo, el muchacho lo tiene bien claro. Y es que resulta increíble la sobriedad que demuestra cuando le toca hablar de su futuro profesional, de su fugaz fama con la Sub 17 y del amor enorme hacia su fallecido hermano. La misma sobriedad que su padre ha demostrado en sus veintiún años de carrera dentro y fuera de las canchas.

Diez y treinta y tres de la mañana. Cuales periodistas responsables nos encontramos dentro de la casa de los Bazalar. Algo serio, algo cuidadoso, algo a la defensiva, Juan Carlos nos recibe con su adorable esposa. Como para romper el hielo que su seriedad impuso, le obsequiamos una foto de su debut, de cuando tenía escasos dieciocho años (foto que acompaña esta entrevista). La observa. Se emociona. Se la enseña a su esposa. Alonso la mira de reojo y se vuelven a emocionar recordando las casi dos décadas de esa lejana imagen. En ese momento, en que casi toda la familia Bazalar estaba reunida observando nuestro pequeño obsequio, pensamos que la entrevista empezaba más que distendida. Y así fue.

–Juan Carlos, ¿cómo era Alonso de pequeño?, ¿siempre estuvo inclinado al fútbol?

–J.C: Desde muy chico lo he llevado al estadio. Hasta lo he sacado de mascota varias veces en el Estadio Lolo Fernández, con la camiseta de la “U”. Yo creo que ahí fue que se inició como un deportista más. Desde el principio hemos deseado que él sea futbolista, para continuar con el apellido Bazalar.

–Y, Alonso, ¿en algún momento de tu vida pensaste en otra carrera?

–A: Antes pensaba hasta en ser doctor, pero eso ya se me quitó.(Luego de las risas, nos quedó confirmado que el tipo lo tiene clarísimo. Y es que a una repregunta sobre el mismo tema, no dudó en dejar en claro que lo suyo era, definitivamente, el fútbol).

SUEÑO REALIZADO


–Inevitable hacerles la misma repregunta, ¿qué sintieron al jugar juntos?


–J. C: Bueno ese ha sido mi sueño de papá. Así que muy contento. Muy emocionado por lo sucedido el día domingo. Creo que es una fecha memorable para todos nosotros.


-A: Muy contento y emocionado. Y nada. Es un suceso histórico.


–¿Le diste algún consejo antes de iniciar el partido?


–J.C: Bueno eso se venía ya conversando durante los días previos. Él tenía entendido que ya iba a debutar el día domingo, ya que Franco se lo manifestó así. Conversamos mucho en familia y felizmente el debut ha sido muy bueno para él.


–¿Y por qué el número 28?, ¿tuviste la oportunidad de elegir el número?, ¿cómo fue?


–A: Habíamos conversado que me iban a dar el 30. Pero hablé con mi papá para ver si podía interceder para que me den el número 28 y así también, de una forma simbólica, llevar también el número de mi papá, como lo hice en el Mundial. (Recordemos que Juan Carlos luce la número ocho).


–¿Cómo asume tu esposa (Cecilia Aróstegui) el hecho de que ahora Alonso comienza esta carrera de tantos viajes?


–J.C: Ella ha sabido acostumbrarse. No solo conmigo sino ya con él desde que fue al mundial. Los tres estuvimos separados. Ella en Lima, yo en Cusco y Alonso en Corea. Felizmente ahora que jugamos juntos ella pudo estar presente en el estadio y fue muy emotivo.


–¿Lloraste de emoción cuando viste los dos goles de Alonso?
(Hace un gesto de negación, se reincorpora y, por fin, nos responde)


–Fue muy emocionante. Él tiene un Mundial y yo no. Sin embargo, de alguna forma, me siento incluido. Me siento parte de esa selección. Algo raro de explicar. Fue muy emocionante, como te dije hace un rato.
(Tajante respuesta que evidencia su sobriedad. Vamos, nosotros pensamos que no está mal una muestra de emoción como una lágrima, pero si el capitán siente su felicidad de una manera más sobria, pues no está mal).


EL ÁNGELITO BAZALAR


–Juan Carlos, cuando terminó el partido del domingo, le dedicaste el triunfo a tu hijo ya fallecido. ¿Siempre lo recuerdas en estos momentos? (Largo silencio. En ningún momento pensamos que la pregunta iba a incomodar, y es que al principio pensamos, por ese silencio, que habíamos tocado un tema intocable).


–J.C: Sigo sosteniendo que él siempre está con nosotros. Tanto en los malos momentos como en los buenos. Creo que él siempre está presente en la familia. Nosotros no podemos olvidarnos de él. Pienso hacerme un tatuaje de un ángel en representación de lo que mi hijo significa para mí. Lo voy hacer de todas maneras, y así tenerlo para toda mi vida.


(Y la sobriedad se acabó. Los ojos del jugador más correcto del balompié nacional, enrojecieron. Bien dicen que ser huérfano de hijo duele más que ser huérfano de padre. Han pasado muchos años desde que Juan Carlitos –nombre de su hijo fallecido– los dejó. Sin embargo, no cabe en él algo de consuelo. Algo de olvido. Se demuestra, nada más y nada menos, que es un invisible motor. Un eterno agradecimiento al ángel de su vida. Al ángel de su hogar).


–A: Yo también pienso lo mismo. Antes de salir a jugar contra Corea del Sur en el debut del Mundial me encomendé a él. Lo que más me sorprendió fue que al regresar y al ver la imagen de mi hermano, esta estaba toda iluminada. Me quedé sin palabras. Yo también planeó hacerme un tatuaje con su nombre en mi brazo y tenerlo siempre cerca de mí.


–Alonso, se había especulado mucho sobre tu pase a equipos extranjeros, ¿qué fue de eso?


–A: El problema era que si Alianza Lima ya se había demorado un poco con el tema de mi carta, imagínate si hubiera sido en el extranjero. Preferí ir a Cienciano ya que ahí solo se llegaría a un acuerdo de club a club.


–¿Ustedes son hinchas de la “U”?


–Sí (ambos).


–A: Aun así yo he jugado para Alianza Lima, hasta he sido capitán de los equipos juveniles.


–¿Y tus compañeros lo sabían?


–A: No, (risas) recién me estoy confesando.


–Juan Carlos, en tu larga carrera has conocido técnicos a los que se les puede llamar exitosos, de alguna manera, sin embargo, ¿con qué entrenador te quedarías?


–J.C: Yo me quedo con (Freddy) Ternero, (Juan Carlos) Oblitas, (Paulo) Autuori y (Jorge Luis) Pinto. Son los cuatro entrenadores que han marcado mi carrera profesional.


LA OTRA META


–Juan Carlos, has tenido una carrera larga y fructífera.¿Sientes que al entrar Alonso a Cienciano es como un dejar la posta? ¿Has pensado en el retiro?


–J.C: Bueno nuestra meta es jugar la Libertadores juntos. Esperemos que eso se logre. Si en caso no clasificamos para la Copa, dejaría el fútbol y me dedicaría a ser técnico.


–O sea, en el mejor de los casos, tenemos a Juan Carlos Bazalar hasta mediados del próximo año.


–J.C: Así es. Nada más.


–Gracias al fútbol ustedes han conocido a mucha gente. Si tuvieran que elegir a un amigo que hayan conseguido gracias a este medio ¿quién sería?


–A: Néstor Duarte. Él es mi mejor amigo dentro y fuera de la cancha.


–J.C : La verdad es que en el fútbol uno tiene muchos compañeros y no tantos amigos. Mencionar solo a uno es dejar fuera a varios. Pero puedo decirte que tengo afinidad con “Puchungo” Yáñez, Aldo Cavero y Carlos Aparicio, quien es padrino de Alonso.


–¿Cuál ha sido el momento más feliz de sus carreras?


–A: Hacerle el gol a Costa Rica que le da la clasificación a Perú a la siguiente ronda en el Mundial.


–J.C: Para mí fue el día domingo. Siempre soñé con jugar junto a Alonso.


–A ver, un momento, tú has ganado seis títulos nacionales y dos copas internacionales con Cienciano. ¿Y cambiarías cualquiera de esas copas por el partido contra el Aurich, del último domingo?


–J.C: Así es.


–¿Inclusive la Copa Sudamericana?


–J.C: Sí, ese día con gusto lo cambiaría por ese domingo de felicidad que significó verme con mi hijo en la misma cancha.


Y otra vez la emoción. Juan Carlos después de todo es de carne y hueso. Como todos. Su hijo, cual adolescente “palteado”, no quiere mostrar su forzada cabeza rapada producto de su debut. Sin embargo, luego de mucho pedirle para tomarle las fotos de rigor, aceptó. Y nos regaló su mejor sonrisa. A su padre, simplemente, le regaló un larguísimo beso en la mejilla. El amor sobra entre el padre y el hijo. El amor hace que lo que ocurrió el domingo sea más importante que un título internacional para Juan Carlos. Y, claro, total… total lo que importa es el amor.

(Entrevista de Luis Iparraguirre  publicada en el Gráfico Perú, el jueves 29 de mayo. Con la colaboración de la periodista Zaida Ysla, la conversación que sostuvimos con los Bazalar se constituye en mi primera entrevista).

Administrador de contenidos de Grupo Periodismo en Línea

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