En los últimos dos meses los vientos laborales me han llevado a leer, escribir y pensar en Arequipa. Es más, he pasado casi un mes por las tierras del sillar y el Misti; y debo reconocer con hidalguía que aprendí mucho durante mi visita. Para iniciar, créanme que eso de que Arequipa es la Republica Independiente de Arequipa se la toman muy en serio, incluso (en plan de cacha) en el aeropuerto te venden tu pasaporte con visa incluida, a la módica suma de diez mangos…
 

En los últimos dos meses los vientos laborales me han llevado a leer, escribir y pensar en Arequipa. Es más, he pasado casi un mes por las tierras del sillar y el Misti; y debo reconocer con hidalguía que aprendí mucho durante mi visita. Para iniciar, créanme que eso de que Arequipa es la Republica Independiente de Arequipa se la toman muy en serio, incluso (en plan de cacha) en el aeropuerto te venden tu pasaporte con visa incluida, a la módica suma de diez mangos…
 

Por Ismael Tasayco
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Es sábado por la noche y hace un poco de frío. Cris y Judith me han “casi obligado” a  salir a juerguear. Yo atraco. Como no conozco la movida nocturna, les hablo de las discotecas de Lima y de saque me ponen el alto.  Para ellos no existe Aura, ni Gótika, sólo el Forum, una disco donde hace poco ampayaron a un grupo de irremediables jugadores de fútbol. Pero antes de dar rienda suelta a mis dos pies izquierdos, propongo hacer una previa. Ustedes entienden: unas chelas para llegar estratégicamente empilados a bailar. Ojo al piojo: por aquí no es frecuente encontrar cusqueña, ni pilsen, solo la arequipeña “sabor con carácter”. Mis amigas – de inmediato – a coro, me proponen ir al Melody. Yo me siento Toledo y empiezo a imaginar más de una escena, aunque toda mi ilusión se desvaneció cuando me explicaron que no me hablaban de ningún telo sino de una tragoteca del centro de la ciudad. Chesu.
 
Si de casualidad, la chica a quien afano lee este artículo, prefiero obviar detalles de esa noche y pasar olímpicamente a las horas que vinieron. Descubrí que, en la blanca ciudad – por ejemplo – para la resaca nadie busca su cebichito, sino más bien su adobo de chancho. Que no se come con arroz, se come con pan tres puntas. Tradicional por estos rumbos.
 
Otro día agotado por la chamba salía a dar un paseo con algunos colegas arequipeños y entre más confianza me tomaban, más me contaban. Para ellos, el pisco no es peruano, es majeño (o sea de Majes), me dijeron también –  sin mayor reparo – que si quiero quedarme por allá que me olvide de mi predilección por el arroz con pollo, y que lo cambie por el rocoto relleno. Debo contarles además, que los temblores son frecuentes, casi cotidianos. Cuando me asusté por un remezón, el recepcionista del hotel me dijo bromeando que – en Arequipa – no existen temblores menores de 5 grados en la escala de Richter.
 
Los máximos ídolos de los characatos, son los Dávalos. El clásico no es U – Alianza; es Melgar versus Aurora. Su escudo no tiene una vicuña, tiene dos leones y al imponente Misti. Saben de un tal  Chocano y de Vallejo, pero el verdadero poeta es Melgar. Alalau. Los limeños no somos sus enemigos, simplemente no existimos. Y no se atrevan a darles la contra, porque se enfurecen o como dicen ellos, les da nevada.

En AQP no existen Máncora o Pimentel… las mejores playas son Mejía, Camaná y Puerto Inka. No hay más cañones que los del Colca y Cotahuasi El mejor científico no es Copérnico, sino Pedro Paulet  Por aquí no hay marinera, sólo existe la pampeña. Cuando en la picantería pedí chicha morada casi me linchan, sólo hay chicha de jora. Para remediar mi insolencia debí aprender a tomar el prende y apaga. Un vaso de anís (que tiene que ser Nájar) y luego un trago de chicha. Les aseguro que con tres de esos, hasta el más bravo siente la pegada. Salud.

Arequipa – dicen – es revolución. Es un país. Para ellos es la mejor ciudad del mundo. Su moneda no es el sol, es el characato de oro. Son recontra orgullosos. No les gusta perder. A mi tampoco, pero al menos yo  no digo que Machu Picchu no es ninguna maravilla comparada el Pichu Pichu. Que tradición no son las corridas de toros, sino peleas de toros. Que no hay más ríos que el Majes y el Chili.

En el centro de la ciudad está la catedral. Ella ocupa uno, de los cuatro laterales que da a la plaza de armas. Mis amigos arequipeños dicen sin miedo a equivocarse, que las demás catedrales del Perú son capillas comparadas con la suya. Lea bien. Los 28 de Julio pasan desapercibidos, la verdadera fiesta la celebran el 15 de Agosto. La sociedad arequipeña se resume en lonccos y ccalas, o sea los de arriba y los de abajo.  Dicen que para conquistar a una arequipeña  no debes sorprenderla con una piedra como el diamante, sino más bien  con el sillar. Si piensan venir por Arequipa olvídense por completo de la mazamorra morada y pruebe el rico queso helado. No le rece a San Martincito y cámbielo por la mamita de Chapi, que bien arequipeña como es, seguramente lo cuidará durante su estadía.

En esta blanca ciudad no hay más mansión, que la del fundador. No existen los bebés, solo las guaguas. El Misti no es un volcán, es todo un mito. No hay cultura Inca, sino española. El orgullo y el carácter de los arequipeños son su mejor carta de presentación. Y aunque pienso que a veces exageran un poco, debo confesar que estoy muy impresionado por ese amor a su tierra, que ya mucho quisiéramos tener por la nuestra. Por esa extraña identificación con sus ancestros. Por su afán en mantener vivas sus costumbres y tradiciones, haciéndose diferentes de los demás pueblos de este híbrido Perú.  Por eso, con razón dicen que, no son regionalistas, que ser arequipeño es, ser un nacionalista. 

 

Administrador de contenidos de Grupo Periodismo en Línea

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