Por:
ALBUJAR VEGA, Francis Smerlly
FERNANDEZ HUILLCA, Ariana Nicole
FLORES LOZADA, Fernanda Doménica
NORABUENA CRUZ, Alondra Shirley
SAAVEDRA TAPIA, Danae Katrina
En medio de los árboles de navidad y las luces de colores, los llantos de unos cachorros se escuchan y se oyen apenas desde el fondo de las galerías del Centro de Lima, donde el comercio ilegal de perros no para ni en campañas navideñas. Pero… ¿qué hay detrás de todo esto?
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En el centro de Lima, entre calles abarrotadas y puestos improvisados, se esconde una realidad que pasa desapercibida para muchos. Dentro de cajas y mochilas con espacios reducidos se encuentran pequeños cachorros temblorosos esperando un destino incierto, víctimas de un comercio que prioriza el beneficio económico sobre la vida misma. Para muchos, son sólo mercancías. Pero detrás de esta fachada de indiferencia, existe una cruda realidad: cuando el peligro de ser intervenidos es inminente, algunos vendedores optan por un acto impensable, sacrificando la vida de estos inocentes para proteger sus intereses.
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A nivel global, el comercio ilegal de animales ocupa el cuarto lugar como actividad ilícita más lucrativa, según Patricia Torres, abogada de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA). En Perú, las mafias explotan la falta de coordinación institucional y los procesos burocráticos para lucrar con la vida de los animales. Esta realidad se refleja en los 153 animales rescatados por la Municipalidad de Lima en el 2021, perros que fueron decomisados a vendedores en calles y quintas, donde se encontraban en condiciones deplorables.
Para combatir esta actividad ilegal, la Ley N° 30407 de Protección y Bienestar Animal responsabiliza a instituciones, autoridades y ciudadanos de garantizar el bienestar de los animales, en coordinación con los Ministerios de Salud y del Ambiente. Por tal motivo, para comprender mejor cómo se sostiene este mercado ilegal, se han recopilado testimonios de quienes presencian o participan en esta actividad, así como de aquellos que intentan detenerla.
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En medio de los árboles de navidad y las luces de colores, los llantos de unos cachorros se escuchan y se oyen apenas desde el fondo de las galerías del Centro de Lima, donde el comercio ilegal de perros no para ni en campañas navideñas. Pero… ¿qué hay detrás de todo esto?
Vendedores y el negocio que desafía la legalidad
En el Centro de Lima, específicamente entre Jirón Ayacucho y Jirón Ucayali, vendedores ilegales se agrupan para comercializar cachorros de diversas razas. Durante los fines de semana, la actividad es más evidente, con comerciantes exhibiendo perros en brazos o en pequeñas cajas, destacando razas populares como schnauzer, siberiano y chihuahua, cuyos precios oscilan entre los 250 y 1000 soles. Sin embargo, a inicios de semana, predominan aquellos que operan mediante catálogos, ofreciendo mostrar a los animales en otros lugares solo después de recibir el pago, lo que genera incertidumbre en los compradores.
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Aunque hay una fuerte competencia entre los vendedores, también existe colaboración cuando un cliente muestra interés en una raza específica. En tales casos, se alertan entre ellos para maximizar las ventas. A menudo, estos comerciantes aseguran que sus perros son «originales» y critican a sus competidores por ofrecer animales cruzados. Uno de ellos afirmó: “Los perros que vendemos están vacunados y desparasitados”; sin embargo, no presentan documentación que respalde estas declaraciones. Además, los precios de los cachorros suelen modificarse significativamente para cerrar una venta. Por ejemplo, un schnauzer inicialmente ofrecido en 350 soles puede reducirse a 250 soles, lo que levanta sospechas sobre la autenticidad de las razas. También se observan signos preocupantes en los animales, como temblores debido al frío y pelajes recién cortados, lo que sugiere condiciones inadecuadas de cuidado. Estas prácticas no solo cuestionan la legalidad de la actividad, sino también el bienestar de los animales involucrados.
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Evidencia de Vendedores:
Testigos del mercado a plena luz del día
Por otro lado, varios testigos en la zona comentaron sobre la presencia constante de estos vendedores. Un comerciante ambulante indicó que, aunque la venta de animales en la vía pública está prohibida, algunos vendedores logran evadir la vigilancia de las autoridades operando en una cuadra cercana del lugar. A pesar de esto, la venta sigue siendo ilegal. Asimismo, otro testigo comentó: “En las galerías ubicadas en la misma calle se venden perros, gatos, roedores e incluso loros. Allí los fiscalizadores no intervienen, lo que les permite operar con mayor libertad”. Este testigo también señaló que, dentro de estas galerías, los vendedores aseguran que los animales están vacunados y pueden proporcionar documentación que lo respalde. Sin embargo, en la vía pública, los perros ofrecidos son descritos como «bamba», es decir, no de raza pura, lo que genera desconfianza entre los clientes. Esta información se contradice con la realidad, pues los animales en venta no se encuentran en las galerías, sino en plena vía pública de manera constante, sin los controles ni la documentación prometida.
Evidencia de Testigos:
Diana Guzmán y la defensa de los derechos de los animales
En medio de la actividad ilegal del comercio de mascotas, el trabajo de los refugios y organizaciones defensoras de los animales enfrentan impactos significativos. Diana Guzmán, voluntaria de la asociación Patitas Abandonadas, señaló que esta venta clandestina prospera gracias a la complicidad de algunos sectores y la falta de acciones consistentes por parte de las autoridades. Si bien se realizan operativos ocasionales, estos suelen activarse únicamente ante denuncias formales o tras la viralización de casos en redes sociales. La voluntaria explicó que los comerciantes ilegales operan en condiciones precarias y muchas veces en las mismas zonas por años, exponiendo a los animales a riesgos sanitarios y maltrato. “Es imposible que estos vendedores sigan operando si no tuvieran algún tipo de protección. Algunos llevan más de 20 años en el mismo lugar”, afirmó. Guzmán también advirtió sobre el crecimiento de la venta por catálogo, especialmente en redes sociales, donde los animales son transportados en condiciones deplorables.
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Además, destacó cómo esta actividad ilegal sobrecarga el trabajo de los refugios. Los comerciantes, al no poder vender algunos animales, suelen abandonarlos cerca de centros de adopción, generando mayores demandas en organizaciones como Patitas Abandonadas. Guzmán relató un caso frustrante en el que fiscalizadores confiscaron animales del refugio bajo sospechas de comercio ilegal. “Fue devastador; tratábamos de salvar a esos animales y terminamos siendo acusados injustamente”, lamentó, mostrando cómo la desinformación y la falta de respaldo institucional dificultan la labor de las organizaciones. Diana subrayó la importancia de la Ley N.º 30407, que busca sancionar el maltrato y el tráfico de animales, pero enfatizó que su eficacia depende de una correcta aplicación. “No basta con tener una ley; necesitamos que se implemente adecuadamente y que las autoridades actúen de forma rápida y eficaz”, señaló.
Evidencia de Rescatista:
Fiscalización y el control insuficiente
Para poder esclarecer algunas dudas, una fiscalizadora que transitaba por Jr. Ayacucho reveló detalles sobre el comercio ilegal de perros y las dificultades para controlarlo. La funcionaria explicó que esta actividad, aunque está prohibida, continúa prosperando debido a la organización y agresividad de los vendedores, quienes no dudan en enfrentarse a la autoridad: “Está prohibido. Se tiene que hacer un operativo en conjunto con la municipalidad, fiscalización, serenazgo y la policía, porque ahí la gente es muy agresiva.” indicó. No obstante, logran recuperar a los perros debido a momentos de descuido por parte de los vendedores. Sin embargo, reaccionan de forma hostil al ser confrontados, llegando incluso a situaciones de violencia física. Destacando que algunos vendedores prefieren lastimar a los perros antes que permitir que sean rescatados. A este grave problema se incluye la rivalidad entre las instituciones que promueven la adopción responsable y los vendedores ilegales y ellos, debido a conflictos y peleas constantes, el equipo de fiscalización se ha visto obligado a reubicar a las personas que dan en adopción a perros para evitar enfrentamientos con los comerciantes ilegales. Demostrando que el comercio ilegal ha logrado abarcar parte de las calles y apartar a los que están en contra de este mercado.
Por ello, se necesita presencia de la autoridad en las calles, no obstante, la fiscalizadora mencionó que se realizan rondas por la avenida Ayacucho, pero los vendedores informales no parecen prestarles atención o no les importa su presencia. Además, aclara que su trabajo está enfocado en una zona específica, ya que los fiscalizadores tienen asignada una base de operaciones. Esto significa que no tienen la responsabilidad de intervenir en otras áreas, lo que limita su capacidad para controlar la venta informal en otros puntos de la ciudad.
Evidencia de Fiscalizadora:
El comercio ilegal de animales en Lima obstaculiza seriamente el trabajo de los refugios y organizaciones de protección animal, que deben enfrentar no solo el maltrato y abandono, sino también la competencia del mercado informal. Se requiere una cooperación más estrecha entre la ciudadanía y las autoridades, así como una aplicación rigurosa de las leyes contra el maltrato animal.