ipacolumna

ipacolumnaY bueno, la semana ha estado movida. El escándalo en el que nuestro presidente ha sido la estrella y protagonista ha llegado a todos los niveles. Solo basta ver las comiquísimas apariciones de su clon en los programas de humor, el último fin de semana. En verdad, el tema no es tan grande como se cree: un tipo le grita corrupto al mandatario y este le mete una cachetada por faltoso. Punto. Nada más. Debió quedar allí. Pero, como la vergüenza y la poca seguridad de nuestros actos son el común denominador en un país como el nuestro, al doctor Alan García no se le ocurrió nada mejor que mentir. Y, en realidad, allí es donde empieza la novela. Allí es donde empieza el show. Lo peor es que no tenía que hacerlo. Bastaba solo con decir: “Sí pues, me salió el humano que soy y le pegué a quien me insultó” y si le apetecía mantener su orgullo machista diría: “Y no me provoca pedirle disculpas, porque quien se atreve a insultar, pues que esté preparado para una respuesta”. Pero no. La mentira es el primer recurso para maquillar nuestra humanidad. Grave error.

ipacolumnaY bueno, la semana ha estado movida. El escándalo en el que nuestro presidente ha sido la estrella y protagonista ha llegado a todos los niveles. Solo basta ver las comiquísimas apariciones de su clon en los programas de humor, el último fin de semana. En verdad, el tema no es tan grande como se cree: un tipo le grita corrupto al mandatario y este le mete una cachetada por faltoso. Punto. Nada más. Debió quedar allí. Pero, como la vergüenza y la poca seguridad de nuestros actos son el común denominador en un país como el nuestro, al doctor Alan García no se le ocurrió nada mejor que mentir. Y, en realidad, allí es donde empieza la novela. Allí es donde empieza el show. Lo peor es que no tenía que hacerlo. Bastaba solo con decir: “Sí pues, me salió el humano que soy y le pegué a quien me insultó” y si le apetecía mantener su orgullo machista diría: “Y no me provoca pedirle disculpas, porque quien se atreve a insultar, pues que esté preparado para una respuesta”. Pero no. La mentira es el primer recurso para maquillar nuestra humanidad. Grave error.

Luis Iparraguirre
www.cronicasdepollada.com

Y bueno, nadie está inmune a cometer errores. Sin embargo, y aquí radica todo, es la mala consejería que tiene el presidente. Tiene muy malos asesores. Ya la novela no terminó con la negativa del jefe de estado. Si no que, para empeorar el panorama y, por ende, hacerlo más nauseabundo y apetecible para los periodistas, es que, por idea de algún geniecillo de pacotilla, se les ocurrió presentar a un lame botas como el verdadero agresor. Hasta ahora recuerdo la cara del tipo este quien se inmoló por la causa de la estrella y dijo: “el presidente no le pegó, fui yo”. Que tal insulto a la inteligencia y al buen gusto. Me pregunto ¿De verdad creían que esto iba a funcionar? ¿De verdad creían que los periodistas íbamos a decir: “¡Ah!, el presidente no fue, fue este tipo quien en verdad lo abofeteó” y nos íbamos a ir tranquilos a nuestras mesas de redacción a seguir buscando accidentes de tránsito? ¿De verdad creían eso? Bueno, no fue así. Lo que pasó es lo que todos ya saben: se descubrió que este “jefe de mantenimiento del hospital” era, en verdad, miembro de la seguridad personal del presidente, miembro, además, del partido aprista peruano y que, peor aún (y esto ya es para reírse), tiene problemas con la ley por posesión ilegal de armas. O sea, todo un cóctel de datos para hacer de nuestro oficio un manjar de primicias.

Esto es culpa de los asesores directos del presidente. Inclusive de varios de sus ministros quienes, seguramente, recomendaron armar toda esta farsa. Toda esta puesta en escena en el que desfilaba una mentira tras otra. Repito, el problema no es que le pegó, es la mentira. La mitomanía. Una enfermedad sicológica que depende mucho de nuestra formación y en el que normalmente caen los políticos por no decir “lo siento, me equivoqué”. Tontos. Muy tontos.

Y bueno, en este tema, tengo que decir que el diario en el que trabajo, fue el artífice de todo esto. Y claro, por ser jodidos estamos propensos a represalias. Cuando uno le dice la verdad en su cara a una persona que está acostumbrada a ser Dios, pues vienen las respuestas: se fue el internet en toda la cuadra, autos de seguridad del estado vigilando nuestras oficinas, acoso a nuestros redactores y un sinfín de artimañas que los periodistas, lógicamente, estamos acostumbrados, si no para qué carajo estamos aquí, si hasta muertos tenemos en este oficio, solo por decir la verdad.

Y claro, hay medios que se dejan dominar por el poder. No voy a hablar de eso, porque tengo muchos colegas nobles quienes laboran en esas casas y, por orden de gerencia, ni siquiera colocan fotos donde se le vea ‘desfavorecido’ al ahijado de turno. No estoy descubriendo la pólvora, ni mucho menos. Todos los periodistas saben esto. Pero, al final, los lectores, quienes brutos no son, van a definir su inclinación en las compras. Más vale un medio informativo veraz a uno parcializado, y esto lo digo hasta de manera empresarial. Buen periodismo es igual a buenas ventas. Y cuando un jefe de estado golpea a un ciudadano cualquiera, pues es noticia aquí y en la China.

Y claro, fácil estoy escupiendo al aire. Y es que en cualquier momento podría volver a trabajar en esos diarios. Pero cuando escucho al cardenal Cipriani decir que tengamos cuidado con las noticias que propalamos por proteger el insulto a los políticos, en una clara llamada de atención hacia Diario16, pues allí si me dan ganas de sacar pecho por mi centro de labores. En otras palabras, lo que este señor de la iglesia católica nos dice, es que tenemos que proteger a un mentiroso y pecador (llámese pecador a un tipo que ha incumplido uno de los 10 mandamientos de Dios, como es el de ‘no mentir’) y tenemos que desdeñar un medio que dice la verdad. Eso es lo que dice. Y ahora que escribo estas letras, recuerdo hace poco que también recomendó a los feligreses y seguidores de la iglesia católica a no leer a Vargas Llosa, por ser ‘muy picante’ en sus novelas (perdón que sonría). Es por eso que la iglesia católica, a lo largo de su historia, está llena de conflictos sexuales y pedófilos: por ser tan acomplejados. El complejo es la madre de los conflictos sexuales. Es por eso que sienten una culpa sobrehumana cuando ven de casualidad un par de generosas tetas y ni hablar de las lecturas donde hay sexo explícito, en los que nuestro Mario Vargas Llosa ha sido un maestro de la narrativa. Señor Cipriani, el sexo existe. En todas sus maravillosas formas. Atrévase a navegar en medio del placer que le puede dar su condición de ser humano y, claro, lea más seguido Diario16… y a Mario Vargas Llosa, of course.

Seguramente, a pocos les va a gustar este post. Pero así pienso. Señor García no mienta, ya que su pequeño ‘problema’ se engrandece más de lo debido, solo por no decir la verdad. Y déjenos hacer nuestro trabajo. Ese patrullero que nos manda, esos oficiales que nos presionan pueden ser mejor usados para la seguridad interna de un país tan golpeado por la delincuencia como es el nuestro. Y no para proteger mentiras y egos absurdos y rasguñados.

Administrador de contenidos de Grupo Periodismo en Línea

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