Masa cautiva de ancianos que atienden a senderistas

El lado oculto del Sendero Luminoso que opera en el Valle de los Ríos Apurímac y Ene (VRAE), al mando del terrorista Víctor Quispe Palomino, camarada «José», quedó al descubierto tras la incautación de un nuevo lote de fotografías en un campamento por parte del Ejército Peruano.

El material, publicado hoy por Correo, fue obtenido el año pasado y muestra cómo viven las columnas senderistas camufladas en zonas altas de la selva, siempre acompañadas de la denominada «masa cautiva».

Hace pocos días se difundieron fotografías de niños armados denominados «Los Pioneritos», pero detrás -según los registros gráficos- hay otro grupo de jóvenes de entre 14 y 25 años que ya dominan a la perfección el uso de armas y explosivos.

A ellos se suman unas 12 personas de la tercera edad, encargadas de las labores domésticas y la crianza de niños y animales de corral para su alimentación. Según altas fuentes militares, uno de estos ancianos tendría algunos conocimiento de medicina y sería el encargado de atender a los terroristas heridos, así como de otras urgencias de salud.

TIENEN ARSENAL. Se sabe además que los senderistas poseen una cámara digital desde el año 2007, con la cual se fotografiaron un grupo de 14 jóvenes armados que conforman una columna al mando del camarada «Alipio».

En la imagen se observa a los subversivos con dos lanzagranadas, seis fusiles AKM, ametralladoras y armamento antiaéreo.

Otras fotos muestran un arsenal con 36 fusiles abastecidos, diez cohetes instalaza utilizados para derribar objetivos en el aire, más lanzagranadas y RPGs.

También se ve que los senderistas tienen en su poder un visor de largo alcance y un equipo de filmación con el que planifican sus ataques, seis equipos de radiocomunicación y dos teléfonos satelitales que el narcotráfico les habría facilitado.

SE CAMUFLAN. Los documentos hallados en la incursión militar revelan que los narcoterroristas salen en grupos a realizar campañas de reconocimiento y proselitismo ante la población, pero a la vez se confunden entre los campesinos por varios días para alertar la presencia de agentes de inteligencia o de quienes dan información a las autoridades policiales.

«Esta gente ya está identificada. Sus rostros los conocemos gracias a estas fotografías. Su tiempo de permanencia en la población puede durar un mes», explicó una fuente militar.

Sin embargo, según las mismas fuentes, la presión de las fuerzas combinadas del Ejército y la Policía también ha permitido que los narcoterroristas no permanezcan en campamentos estáticos por más de dos meses, ya que antes podían permanecer un año y no eran detectados.

«Ellos tienen un explorador que camina de 4 a 6 días en busca de la zona para armar una nueva campaña», precisó el informante.

TUMBAS SENDERISTAS. Correo también accedió a un lote de fotografías que muestran las tumbas de al menos cuatro dirigentes senderistas muertos en los enfrentamientos con el Ejército y que mandos senderistas como el camarada «Gabriel», Martín Quispe Palomino, han pretendido negar.

Las tumbas, a las que acuden con frecuencia, se ubican estratégicamente en zonas rocosas y son adornadas con el símbolo de la hoz y el martillo.

Una imagen que data del año 2010 muestra la tumba de la camarada «Lucy», a quien le dejaron flores. «Heroína del partido y del pueblo», se lee en el lugar, completamente pintado de rojo.

Otra tumba corresponde a la camarada «Ida», muerta en un enfrentamiento con las Fuerzas Armadas en el 2005, y a la que le dejaban simbólicamente caramelos y gaseosas.

EL ROSTRO DE «ALIPIO». Asimismo, el subversivo Orlando Alejandro Borda Casafranca, camarada «Alipio», también aparece en las imágenes. A él se le ve en aparente buen estado de salud y portando nada menos que un teléfono celular.

Se sabe que el terrorista sufre una enfermedad y un problema de meniscos y se oculta cobardemente a distancia, pero reparte directivas vía celular, radio y equipo satelital.

Finalmente, otra foto muestra a los senderistas más jóvenes que no solo se entretienen conversando, sino también cuentan con equipos celulares, grabadoras y otros bienes.

También aparecen en escena al menos cinco niños de entre uno y cuatro años de edad, quienes reciben especial cuidado por ser hijos de los subversivos. En las fotografías, varios de ellos aparecen con polos que llevan estampada la frase «Escuela Popular».

A partir de los cuatro años, estos pequeños son adiestrados para matar y practicar la caza de los sajinos en compañía de un instructor adulto.

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