Un arriesgado fotógrafo decidió retratar a unos pequeños gorilas y abandonó la seguridad de una reserva natural en Uganda. Con cámara en mano pasaban los minutos y la familia de los dos pequeños lo rodeó.
El gorila macho era tan enorme como el, pero el fotógrafo decidió protegerse el rostro y ponerse en posición fetal, ante un eventual ataque.
En algún momento, el gorila padre retira a los pequeños gorilas y todos pensaron que la situación se complicaría.
Después del minuto 0:58, la situación del fotógrafo cambió y es que, más que agresividad, la familia de gorilas lo empezó a mirar y tocar con curiosidad.
Le cogían el rostro, el cabello pero el fotógrafo seguía inmovil. Pasaron los minutos y los gorilas decidieron retirarse. Sólo quedaron las sonrisas y algo de susto en el fotógrafo.