En el centro penitenciario de Lurigancho también hay emprendedores y prometedores chefs. Walter Figueredo buscó dejar atrás el delito y resocializarse abriendo una pollería en el recinto carcelario. Tras obtener los permisos de ley, se las ingenió para instalar una máquina para hacer pollos a la brasa. “Cuando éramos 12 mil (internos) yo me vendía […]