Como si se tratara de un auto averiado, los pasajeros de un avión Tu-134 que se disponía a elevarse desde un aeropuerto del norte de Siberia tuvieron que empujar la aeronave, cuyo tren de aterrizaje se había congelado, para poder realizar el recorrido de despegue.
Los siberianos se organizaron y demostraron su fuerza conjunta al empujar con sus propias manos el avión que tenía que transportarlos a sus hogares. El aparato, según la agencia rusa Interfax, no podía despegar de un remoto aeropuerto de Siberia por sus propios medios porque se le había congelado el tren de aterrizaje.
La historia parece sacada de un relato de ficción, pero sucedió realmente la víspera del 25 de noviembre en el aeropuerto de Igarka, en el norte de la región de Krasnoyarsk. E incluso se grabó un video del evento.
El avión permaneció un día entero a la intemperie a -52ºC. El intenso frío congeló el aceite de los cojinetes de las ruedas y en el momento del despegue el remolcador portuario no consiguió mover la aeronave, cuyas ruedas no giraban. Pero querer es poder, y los pasajeros, trabajadores temporales del extremo norte ruso, querían volver a sus hogares y se bajaron del avión para empujarlo como si de un coche se tratara.
Por su parte, el servicio de mantenimiento de la aerolínea Katekavia, que opera los vuelos desde Igarka, desmintió que el tren de aterrizaje de la aeronave se hubiera congelado.
«El avión estaba en perfectas condiciones técnicas y no pudo pegarse a la pista por el frío. Tampoco es posible que se congelara su sistema de frenos», explicó el director técnico de la aerolínea, Vladímir Artémenko, citado por Interfax.
Sea como fuere, los esfuerzos de los pasajeros dieron sus frutos. «El hombre es capaz de todo cuando quiere volver a casa», comentó uno de los ocupantes del avión, citado por Interfax.
El vuelo fue un éxito, y los trabajadores llegaron sin más contratiempos a la capital de la región, la ciudad homónima de Krasnoyarsk.