Machu Picchu

Machu PicchuEl Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social (Iphes) y la empresa vasca Ibermática, en acuerdo con el Instituto Nacional de Cultura (INC) del Perú, impulsan el desarrollo de un sistema informático para evitar futuras degradaciones del yacimiento del Machu Picchu, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y para detectar cuáles son las mejores iniciativas para su conservación.

Machu PicchuEl Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social (Iphes) y la empresa vasca Ibermática, en acuerdo con el Instituto Nacional de Cultura (INC) del Perú, impulsan el desarrollo de un sistema informático para evitar futuras degradaciones del yacimiento del Machu Picchu, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, y para detectar cuáles son las mejores iniciativas para su conservación.

Se trata de un equipo dirigido por el arqueólogo catalán Antoni Canals estudia, en Tarragona (100 km al sur de Barcelona), la aplicación de una tecnología innovadora. Los incas tenían muy clara la amenaza de la humedad y el agua y crearon “una estructura de drenaje digna del  siglo XXIII”, afirmó el arqueólogo de la Universidad Rovira y Virgili de Tarragona del Iphes.

“Se trata de evitar futuras degradaciones de la ciudadela del Machu Picchu y averiguar cuáles son las mejores acciones que pueden favorecer su conservación”, explica Canals en su despacho de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona.

El proyecto Trazas utilizará las últimas tecnologías para controlar las alteraciones naturales que se registran en la antigua ciudad inca, que ponen en peligro su declaración como Patrimonio de la Humanidad. El equipo peruano lo dirige el arqueólogo Carlos Rodríguez.

A mediano plazo

El plan prevé cinco años de investigación para determinar las acciones que resulten adecuadas y uno de los objetivos principales es el de dotar al equipo peruano -“que trabaja muchísimo y bien en la conservación de esta maravilla del mundo”- de las herramientas informáticas y analíticas para el estudio de la conservación y de la evolución del estado de los restos arqueológicos urbanos del conjunto, añadió.

“En la primera fase, de tres años, recogeremos a diario datos de los fenómenos que se registran -invasiones de vegetación en los muros, fisuras, corrimientos de tierra o daños provocados por la humedad- y con esta información los responsables peruanos decidirán las medidas a adoptar”, explicó.

“Estos resultados nos permitirán ejecutar la siguiente fase, de otro año, de establecer criterios que permitan definir la estrategia de actuación a largo plazo”, añadió.

“Pero lo nuestro no es llegar y hacer ruido. Colocar sensores y volver a recogerlos dentro de unos años, con espíritu colonialista… Las acciones son conjuntas con el equipo peruano, sobre todo la implementación de un protocolo de cómo actuar y recoger datos y establecer análisis, criterios e hipótesis”, advirtió.

Administrador de contenidos de Grupo Periodismo en Línea

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