Por lo que, “desaparecerán varios ecosistemas y fragmentando los restantes, de tal manera que los procesos, funciones, interacciones y servicios ambientales serán afectados de manera irreversible”, indicó el ministro en su informe.
El documento también precisa que dos de las cuatro lagunas (Azul y Chilca) involucradas en el proyecto “serán vaciadas y utilizadas como depósitos de desmontes”. Asimismo, manifestó que la evaluación de los humedales (lagunas altoandinas, bofedales) no se ha desarrollado en función “a la fragilidad del ecosistema que se pretende intervenir”.
Además, sostuvo que el valor de reposición del proyecto está subestimado, pues la construcción de un reservorio frente a la eliminación de lagunas no mitiga el impacto y solo compensa “el servicio de provisión hídrico, dejando de lado la compensación de los otros servicios ambientales perdidos”.
Por ello, el portafolio de Giesecke recomienda no vaciar las lagunas y reubicar los depósitos proyectados para desmontes y “evaluar adecuadamente” los impactos y costos ambientales asociados al proyecto.