Alan García murió a los 69 años
Alan García murió a los 69 años

Antes de suicidarse para evitar ser detenido, el expresidente Alan García dejó una carta dirigida al país, a sus militantes apristas y a sus adversarios donde explica el motivo por el cual se disparó en la cabeza.

Previo al traslado de los restos de Alan García por las calles de Lima hasta el crematorio, su hija Luciana García Nores, leyó la misiva ante centenares de personas presentes.

Alan García detalla que fue la misión de su existencia, dirigir dos gobiernos como presidente de la República, y que en ese marco sus adversarios lo criminalizaron.

Añadió que pese a los contratiempos, sus adversarios optaron por criminalizarlo por más de 30 años con investigaciones judiciales y denuncias.

Pero quizá la frase más fuerte corresponde a un último mensaje que deja a sus adversarios: «Dejo mi cadáver como una muestra de mi desprecio hacia mis adversarios».

A continuación la carta completa de Alan García.

Carta de Alan García

“Cumplí la misión de conducir el aprismo al poder en dos ocasiones e impulsamos otra vez su fuerza social. Creo que esa fue la misión de mi existencia, teniendo raíces en la sangre de ese movimiento.

Por eso y por los contratiempos del poder, nuestros adversarios optaron por la estrategia de criminalizarme durante más de treinta años. Pero jamás encontraron nada y los derroté nuevamente, porque nunca encontrarán más que sus especulaciones y frustraciones.

En estos tiempos de rumores y odios repetidos que las mayorías creen verdad, he visto cómo se utilizan los procedimientos para humillar, vejar y no para encontrar verdades.

Por muchos años me situé por sobre los insultos, me defendí y el homenaje mis enemigos era argumentar que Alan García era suficientemente inteligente como para que ellos no pudieran probar sus calumnias.

No hubo ni habrá cuentas, ni sobornos, ni riqueza. La historia tiene más valor que cualquier riqueza material. Nunca podrá haber precio suficiente para quebrar mi orgullo de aprista y de peruano. Por eso repetí: otros se venden, yo no.

Cumplido mi deber en mi política y en las obras hechas en favor de pueblo, alcanzadas las metas que otros países o gobiernos no han logrado, no tengo por qué aceptar vejámenes. He visto a otros desfilar esposados guardando su miserable existencia, pero Alan García no tiene por qué sufrir esas injusticias y circos.

Por eso, le dejo a mis hijos la dignidad de mis decisiones; a mis compañeros, una señal de orgullo. Y mi cadáver como una muestra de mi desprecio hacia mis adversarios porque ya cumplí la misión que me impuse.

Que Dios, al que voy con dignidad, proteja a los de buen corazón y a los más humildes”.

CARTA DE ALAN GARCÍA

Administrador de contenidos de Grupo Periodismo en Línea

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