La inteligencia artificial generativa ha llegado para quedarse. Su potencial para apoyar la redacción, edición y verificación de contenido es innegable, pero su uso irresponsable también puede socavar los principios fundamentales del periodismo.
En el caso del Perú y Latinoamérica algunos medios digitales han automatizado la generación de notas para sus sitios web, lo cual no es garantía de veracidad e imparcialidad.
Un ejemplo reciente y polémico es el del diario argentino La Nación, que fue duramente cuestionado por emplear ChatGPT para generar noticias automatizadas sin la supervisión de periodistas humanos.
¿Qué los delató? La sugerencia final de ChatGPT cuando responde a un prompt, indicador claro que el redactor hizo un copy & paste de esa respuesta del bot.
Durante una presentación en la Universidad Particular San Martín de Porres, el periodista y especialista en inteligencia artificial, Antonio Manco, advirtió sobre los riesgos éticos y profesionales de dejar en manos de una IA tareas que requieren criterio, contexto y responsabilidad editorial.
En su exposición, acompañada de una serie de gráficos didácticos, detalló con claridad las prácticas que deben evitarse y las oportunidades que sí pueden aprovecharse. “La IA generativa no es fuente primaria, pero además requiere contraste y verificación.
Lo que no se debe hacer con la IA generativa:
No es un redactor autónomo: “El criterio editorial sigue siendo humano”, recalcó Manco. El caso de La Nación evidenció que delegar la redacción a un modelo de lenguaje sin filtros humanos puede derivar en contenidos imprecisos, descontextualizados o incluso fabricados, además de exponer al medio a sanciones por parte de motores de búsqueda como Google.
No es una fábrica de clickbait: Usar IA para generar titulares llamativos pero engañosos puede atraer clics, pero destruye la credibilidad. Como mencionó Manco, “los titulares sensacionalistas generados por IA pueden matar la reputación de un medio”, tal como ocurrió con publicaciones como TV Notas.
No es fuente primaria: Uno de los errores más frecuentes es utilizar frases como “según la IA”, reemplazando el trabajo de reportería directa. “Esto erosiona la confianza del lector”, explicó, mostrando ejemplos de titulares automatizados que carecían de verificación.
No es para crear deepfakes ni falsificar declaraciones: “Simular escenarios, rostros o voces con IA para generar contenido periodístico es una grave falta ética”, advirtió Manco. La desinformación generada por estas prácticas debilita la democracia y el derecho a la verdad.
Lo que sí se puede y debe hacer:
Rediseñar flujos de trabajo: La IA puede ser una gran aliada en redacciones al identificar tareas mecánicas que consumen tiempo y liberar espacio para la investigación y el análisis profundo.
Automatizar tareas repetitivas: Procesar datos, generar borradores, subtitular videos o traducir documentos son algunas actividades que pueden ser optimizadas.
Formarse y adaptarse: “La IA no te quitará el trabajo, pero sí te exige que te adaptes”, señaló Manco. Esto implica adquirir nuevas competencias y transformar procesos editoriales al entorno digital.
Convertirla en un copiloto creativo: Usada con criterio, la IA puede impulsar la producción de contenido multiformato con agilidad, pero sin reemplazar el pensamiento crítico ni la ética del periodista.
“Usar inteligencia artificial no es el problema. El problema es cómo se usa y con qué propósito”, concluyó Manco ante un auditorio de estudiantes y docentes de comunicación.
El caso La Nación debe servir como una advertencia y también como una oportunidad para el aprendizaje. El periodismo del futuro no será menos humano, sino más inteligente, ético y colaborativo, siempre que se ponga la tecnología al servicio de la verdad y no al revés.
