Esta festividad fue declarada como Patrimonio Cultural de la Nación mediante Resolución Directoral Nº 655/INC el 2 de setiembre de 2003, y rinde homenaje a la Virgen de la Candelaria , llamada también Mamacha Candelaria, Mamita Canticha o Mamá Candi, patrona de la ciudad de Puno.
Esta declaratoria reconoce como portadoras de la cultura nacional no sólo a la fiesta en sí, sino a las distintas danzas, elementos fundamentales de la fiesta, que constituyen testimonios de valor histórico y simbólico.
Una de estas danzas es precisamente la Diablada , la cual escenifica la lucha entre el bien y el mal, el bien simbolizado en el personaje de San Miguel Arcángel y el mal por los diablos que representan los siete pecados capitales.
La Diablada se ha extendido entre las distintas festividades altiplánicas, dando testimonio de su importancia y del profundo significado identitario que esta genera en el pueblo puneño y en la población nacional en general.
Es importante reconocer que la danza de la Diablada se presenta tanto en festividades en Perú como en Chile y Bolivia, y se trata de una expresión cultural cuyo origen, como auto sacramental, se remonta según algunos documentos, a la España medieval, que llega a América con la colonización.
En este sentido, el uso de una prenda inspirada en la diablada puneña y altiplánica, no constituye ninguna apropiación del patrimonio cultural de otro país, pues la Diablada también forma parte del patrimonio cultural del Perú.