Mario Pagliazzi, jefe de bomberos de los servicios de rescate sostuvo que le parece estar soñando al ver al colosal Costa Concordia convertida en una nave fantasma a merced del mar:
«Me sobrecoge y me produce escalofríos al pensar que yo hice en ese barco un crucero en 2009. Me impresionó entonces que al llegar al estrecho de Mesina, en Sicilia, el comandante se acercó hasta cincuenta metros de la costa. El espectáculo era maravilloso, pero me pareció demasiado arriesgado», dijo a ABC.es.
A Mario Pagliazzi no le sorprende la tragedia. En Porto Santo Stefano y la isla de Giglio no se hablaba ayer de otra cosa: a costumbre de acercarse en exceso a la costa para saludar a los turistas ha estado en el origen del desastre del Costa Concordia. El comandante Francesco Schettino realizó una peligrosísima maniobra aproximándose a la isla de Giglio, para tener una deferencia con el jefe de comedor del barco, Antonello Tievoli, y en homenaje a Mario Palombo, que vive en la isla y es una leyenda entre los comandantes de Costa Crociere, naviera del buque.
Esta imperdonable ligereza, en definición del fiscal Francesco Varusio, que coordina la investigación, estaría en el origen de la tragedia del Concodia, «un gran naufragio, por un pequeño favor», según el gráfico título a toda plana del Corriere della Sera.
«Confiamos siempre en el milagro y trabajamos sin descanso en busca de supervivientes. Nunca se pierde la esperanza de que algunos pasajeros se encuentren en una cámara de aire, aunque cada minuto que pasa las posibilidades son menores. Estamos haciendo lo imposible para buscar vivos y muertos».
El buque permanece medio sumergido mientras la empresa Carnival Corporation, dueña de Costa Crociere, perdía en la Bolsa de Londres un 18%. Las pérdidas por el siniestro se estiman en unos 75 millones sin contar el barco, que será desguazado.