Dinero público de todos los argentinos se habría lavado bajo la modalidad de compra y transferencia de jugadores del Racing Club, equipo de el expresidente de Argentina, Néstor Kirchner.
Kirchner y varios allegados, incluso su hijo Máximo, llevaron adelante este negociado. Un personaje clave es el «representante deportivo» Miguel Angel Pires, quien empezó como cadete de representantes de futbolistas y se enriqueció gracias a sus vínculos con Lázaro Báez y Néstor Kirchner.
Ascendió al representar a Juan Sebastián Verón, y la relación se rompió cuando Pires llegó a un entrenamiento en helicóptero. Junto con Cristian Villalba, creó varias sociedades, PIRVI, Building Sports SA, MP Sports.
Los vínculos con Báez quedaron en evidencia en muchas oportunidades, por ejemplo, cuando llevó al plantel de Racing a jugar un partido amistoso con Boca de Río Gallegos.