La enfermedad del ébola avanza en todo el mundo pero también ha encendido las alarmas del poderoso club Real Madrid que llegará al África para el Mundial de Clubes.
De hecho el próximo 16 de diciembre en Rabat, capital de Marruecos, se inaugura el torneo y si bien es una ciudad en donde el ébola todavía no ha tocado la puerta, está muy cerca de territorios en los que la epidemia se extendió y mata a miles.
Por ahora Marruecos sólo pidió postergar la Copa Africana de Naciones programada para enero y febrero de 2015, teniendo en cuenta la visita al país de los equipos clasificados, pero descartó la suspensión del Mundial de Clubes.
Se sabe que ingresarán a ese país una menor cantidad de equipos y personas de continentes en los que el virus no se ha expandido.
El Madrid debe enfrentarse al Cruz Azul mexicano, Al Hilal (Arabia Saudita) o Sydney Wanderers (Australia) en las semifinales. Y en una posible final, a San Lorenzo (Argentina). Aunque la epidemia será finalmente quien decida si rueda la pelota o se posterga la competencia; por ahora, Marruecos presenta las garantías y la FIFA autoriza a jugar.
En el interior de la plantilla existe preocupación. “Es un tema sobre el que estaremos muy atentos. Escucharemos lo que digan los expertos y las autoridades. Respetaremos lo que nos planteen porque las autoridades médicas saben perfectamente lo que hacen”, explicó Emilio Butragueño, director de relaciones institucionales del Real Madrid.
San Lorenzo y Cruz Azul todavía no se han pronunciado al respecto. Aunque el ébola también se convirtió en un tema de agenda en Argentina. En Chile y Brasil se estudiaron casos potenciales de pacientes infectados por el virus, pero finalmente no lo habían contraído.
Marruecos espera al Madrid con los brazos abiertos. Tiene muchos seguidores en el país. Pero en las oficinas del Santiago Bernabéu entienden que es una posibilidad no viajar al Mundial de Clubes. Se activaron las alarmas, existe temor a la muerte. Y ni un partido de fútbol, ni un patrocinador, ni la autorización de la FIFA, ni la buena voluntad justifican semejante riesgo.